Por esos años, la Verbena Municipal se realizaba a puerta cerrada, cobrándose una entrada para acceder a ella, por supuesto los hombres con la debida rigurosa chaqueta, o sacarse el abono pertinente para todos los días de la Feria. El negocio normalmente era rentable, y merecía la pena tanto ajetreo, trabajo, cansancio y falta de sueño.
Las Ferias eran días de alegría , derroche y apariencia, grandes ligas y buenas raciones, no faltando nunca por el Bar yla Terraza el eterno vendedor de camarones y cangrejos “frescos” bañados en bórico o urea, se desconocía el método utilizado para mantenerlos “vivos”.
Las Ferias eran días de alegría , derroche y apariencia, grandes ligas y buenas raciones, no faltando nunca por el Bar y
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