Tanto tiempo en la espera se nos hacia eterno. Los clientes, y no clientes, no se lo creían aún, pero la realidad era palpable, el Bar Marisol de Quesada había abierto de nuevo en su Tercera Etapa. Y la espera mereció la pena.
El pueblo había pasado a ver las obras y los progresos en la decoración. La expectación era unánime. Unos por unas razones y otros por otras, que nunca faltan. Pero el pueblo estaba deseoso de ver subir la persiana definitivamente y tomar posesión del local.
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