Pero la desubicación de la clientela era y fue palpable a lo largo de este desierto temporal que ocasiono su cierre. Pero no quedo todo ahí, como un castillo de naipes fueron cerrando más de un local de hostelería en nuestro pueblo de Quesada. El pueblo y el Jardín no eran los mismos, algo les habían arrancado de su ser. No había cerrado un establecimiento de hostelería, habíamos perdido una parte de la historia local, un monumento al bien hacer, y una embajada de acogida municipal.

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