La tristeza inundo el Jardín al cierre del Marisol, el pueblo había perdido una de sus señas de identidad, fruto de muchos años de trabajo y cobijo popular. Los clientes desperdigados por el Jardín deambulaban sin saber que rumbo coger, se sentían extraños en otras barras y locales, la agradecida competencia intentaba hacerse con sus clientes fijos, agasajando a estos con novedosas viandas de diseño o cantidades exultantes de ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario